Fui caminando sin levantar los pies del piso. Suspendida e impulsada por el aire, hasta que me pinché con un cactus. Una espina cortó mi piel, navegó en el líquido carmesí y se clavó en el hueso. Era rígida y fría. Dibujó raíces en mi cuerpo que fueron regadas por mis lágrimas etéreas. Me susurró al oído y no tuve fuerzas para suplicarle silencio. Cuando quise dar el próximo paso, me quedé sin aire como si me hubiese pegado una patada en la garganta.
(Inspirar y exhalar profundamente. Controlar la respiración).
La espina me ahoga; me lastima; me desgarra; me desangra. Pero no puedo quitarla. Me implora que no insista, que la deje, estuvo años esperando el encuentro...
1 comentario:
Let it be.
Si te duele, mejor vivir y dejar morir.
Aunque debo admitir que no se con certeza de que habla.
Besos!
Publicar un comentario