La realidad se vuelve un puñado de caricias
mi ser se funde en tu mirada húmeda
el ritmo es de dos corazones que redoblan la apuesta
porque de creer se trata
y de sentir, ante todo,
el eco de tu risa
como el sol
cada mañana
alumbrándome
desatame la razón
mientras detengo el tiempo
para hacernos infinitas
en el umbral entre lo onírico y lo real
si el pensamiento fuese deseo
mi vida ardería en llamas
y quizás así, entenderías,
que no queda más de mí,
que mi boca calla
lo que el tacto dibuja en tu piel